¿Cómo es tu cuarto?

Ha pasado. Hablás y te imaginás una forma concreta y aireada de ese cuarto donde ella duerme. Por ej: paredes blancas, algún pouster, el tel. con forma de labio. También, otra vez, un cubrecama palette celeste que sigue cubriendo aún con fuerza, ese es su dominio mientras explica algo que pasó durante el día. En mi cabeza armé la planta, el corte y la vista de ese dormitorio claro, con sus colores en cada rincón y mi desorden preferido. Cada vez que el diálogo regresa, yo imagino ese mismo lugar, con alguna variante leve, como una ventana si se levantó para mirar las nubes, o una calcamonía de otro momento arrancada, con el pega-pega como silueta desvanecida. Llega un día en que fui. El lugar, ante mis ojos, está corridísimo de todo lo que vi a través del teléfono. Nada que ver, entonces. Otras formas, ningún color (tampoco pregunté cómo era nunca) y la cama en diferido. Ahí vuelve entonces la vista, ese pedazo de la memoria cabrón y compulsivo, y en las próximas llamadas será siempre el lugar que creí, no el que vi, el que se mantenga presente al hablar. Todo el tiempo permanece en ese cuarto que fui construyendo, nunca en el que vive. Ella corre un escritorio que yo había ubicado en un costado mientras me cuenta sobre su hermano... acomoda el montón de ropa que dibujé en una mesita al comentar sobre la calle en Valeria Del Mar, pasa de una silla que soñé a la alfombra que no existe. Aquel espacio de verdad, donde vive, fue apenas una chispa que desapareció para siempre. El que sigue vivísimo en las conversaciones, es el del cubrecama.

1 comentario:

marina dijo...

es así, tal cual, no sólo con los decorados sino con las mismísimas personas... la representación mental siempre es más fuerte.
me encantó.
besos
m