Tonada del Otoño

Despertar del refugio atómico en el día más frío, con siete grados bajo cero en Santiago Del Estero. Ahí, lejos del río en el corazón del barrio donde todavía superviven las mercerías y los pollos al spiedo se me dio por extrañar Retiro. Entre dos casas vacías, un puente aturdido por la permanencia dentro, la irreflexión sobre marcas y músicas, el desvarío y de repente un zig zag del corazón que no resulta, claro, para apaciguar volcanes: prende el fuego chico de los diez años que cumplo sin la carne roja, a puro besugo con repollitos de bruselas, o recitando esas charlas infernales que recordamos siempre, de las contra tapas de bruguera. Dejáme ser como puedo, repetí una vez y quedó en tu memoria alta, pero ahora dejáme en serio.

El Dolor

Cuando no hay mucho para decir, y viene todo junto, tampoco sirve demasiado meterse en la cama con estufas. Callarse del todo, y abrazar, es lo que quiero hacer todo el tiempo, sin límite y sin egoísmo. El llanto también ayuda, creo y no tengo experiencia, ante el dolor mayor, el que rogamos con fe atea que pueda ir cediendo en ellas dos porque las quiero tanto tanto, tanto. Más.

(dibujo de ir, gracias)