El Rey Don King

El mejor documental que no es muy fácil de conseguir, pero después de un tiempo de rastreo se puede, en una copia sin créditos y terminada. A todos los que amamos los gabinetes y los botones, nos resultará brillante y demoledor. A los demás también. El imbancable, el bueno, el frik, el mejor, el referí, la esposa, los nenes, la convención, un poco del halo de bushnell y atari por detrás, nintendo temprano, adultos con tácticas, ran kings, sof drinks, palancas y salsa de tomate. Apenas un poco acá, pero hay que ir por todo todo todo lo que se puede pedir, sin enjuagar la tristeza (te gustaría verla y a mí hablarte de ella) en este invierno de ocho bits.

Leo

El capitán de su barco se fue, entre la tristeza profunda de todos nosotros, unidos y en silencio. No llegamos nunca a la cima del Lanín, pero sacamos las mejores truchas en esa década: mi cumpleaños allá en el lago tuvo por él a los beatls en plástico sobre chocolate amargo. Fue muy difícil escribir estos días, y como diría Arturito (que lo quería mucho) todo lo que hablamos entra de nuevo en nuestras bocas. Quizá un mejor recuerdo, que saldrán de a poco, con los dedos congelados: tantos lo preferían como padre y abuelo a los propios, con el humor cristalino y la lucidez. Antes de la despedida me preguntó, enorme, si me acordaba de las misiones vespertinas a las casas en construcción. Claro que me acuerdo, cuando entrábamos como un patrulla republicana del verano del treinta y siete para asaltar viviendas no terminadas de los vecinos próximos en la calle tritones. El dolor, acá y allá, que no se explica.
Chau, por supuesto: Hola.