Ahí, enfrente, el frío

Como este sábado se festeja el fin de una era en una fiesta de terraza y hielos del amigo martín, volvió esa visera de los mid noventas, cuando íbamos a marcelo t. Antes, a la mañana, escuché algunos cuentos muy divertidos de la historia propia en callao, primer hogar de la carrera. Quizá lo único que me resultaba atractivo al asistir, más allá de la cercanía con mi casa porque el 95 paraba unos metros allá hacia el supermercado hawaii donde comían los de políticas, eran dos rincones: la escalera y el bar del sur, además del grandioso emporio del sandwich, justo enfrente. Una noche hice fila en el centro magnético del invierno, sobre la vereda, por cuatro o cinco horas para conseguir un número que te habilitaba a hacer otra ya sin frazadas al día siguiente en el segundo piso, y rogá que "metodología de la investigación" te salga los jueves de 11 a 13 (pm). El pasillo para la biblioteca que quizá fue nursery de la vieja maternidad, una sala de lectura rarísima, y una maraña de trámites que me llevaron a abrir un libro de actas abajo de una caja donde estaba la única constancia física de una calificación. No me acuerdo de ninguna persona, pero de muchas baldosas y carteles, salvo de dos o tres que seguramente bailarán ese mismo ritmo mientras alguien no entiende ciertos mensajes entre hielos y terrazas volcánicas.

un susurro muy especial, así me das más

Cinco y cincuenta y nueve, el preludio del regreso al barrio originario, donde Gabriel Burín me enseñó algunas cosas y otras vimos en el cuarto de sus hermanas que militaban en el PO del 83, fue ese lapso en que subía corriendo: si la mesa era la misma, iba a poder votar. En la escuela Magnasco de Av. de las chicas lindas esquina malabia votaba temprano el bostero del newman (¿cuántos votantes de de la rúa te apoyaron, cuántos vecinos con el estómago seco de tirria, cuánta gente fea en esta ciudad?), pero a la hora de subir la escalera ya no quedaba más que el frío. Esa misma madrugada, pero en mi comuna y todavía sin dormir, ella desde la cama me dijo la frase mas sabia: Usá tu desilusión. Era la última vez que entraba al darc rhum en este distrito, ahora será cuestión de ver qué forma tiene la vida bonaerense desde los ojos rombos. La música está en los cables (de noticias), están por llegar las margaritas, olvidemos todos los malos tragos de la política. ¿Será ese el mes de cambios????

Con una letra de él se hacen diez canciones

Para olvidar el amargo sabor que llega de brasil, mi amiga maría me envió la canción que escuchamos en san telmo de la boca de especia luminosa, quizá el mejor letrista al norte del río de la plata, con detalles musicales para enrollar canciones que sugieren un salto, y no hay demasiado que decir, pero se parecen al silencio. La novia, los goles, el maestro, el alboroto: el que cuando era chiquito yo quería ser. Fernando Cabrera:

Yo quería ser como vos
correr más que nadie en la quinta
tener tu alegría
tener una casa tan linda

Yo quería ser como vos
llevar tu sonrisa en la cara
tirarme del muelle
tocar la guitarra en la siesta

Yo quería ser como vos
saber manejar el lunfardo
ponerlo de moda
cambiarle el lenguaje a la barra

Yo quería ser como vos
domar de un galope la cancha
besarla con goles
tener una novia tan alta

Yo quería ser como vos
saber manejar a los viejos
dejarlos contentos
tener en un puño al maestro

Yo quería ser como vos
vestirme con sumo descuido
usar tu guiñada
pasear con tu jopo en la frente

Charlábamos de cualquier asunto
haciendo mucho alboroto
pero todos sabíamos desde un principio
que una frase tuya concluiría el caso.

Lionel en Newell's

Era su día, en el fervor del coloso, a principios el año dos mil veinte, Lionel Messi ingresaba al rojinegro salón de las almas que nunca lo vieron deslizarse sobre ese verde. Esa imagen solamente me atravesó recién, buscando el sueño como otras veces no pasaba. Quizá porque es el día de la bandera y en cadena unos militares flacos y sueltos sin gentes entonaron himnos desde el monumento cerca del río. Tal vez porque en la cancha de river, mientras yo me dedicaba a observar al público en vez del juego durante la temporada ochentiuno con ese jugador de argentinos vistiendo otra camiseta, sí, ese mismo. Ahí mai father rosarino me explicaba que un tiempo, antes, había sido de newell's al llegar y después no sé por qué se hizo de river como todos nosotros. Relámpagos que interrumpen: ese es el sueño, Lionel, el mejor, entrando a esa cancha, y no debe tener sentido, silencioso escuchando grupazos santafesinos (palmeras) en un reproductor digital durante alemania, extrañando hoy a oscar ustari, lejos, en ezeiza. Que lío. La última vez que pisé el verde el querido defensor Fernando Nalé fumaba un parisién, el de 4, yo de 2. Será que el grito fue nuestro en el 86/96, ahí mismo en el asiento en vivo en la primera, desde california en la segunda me la pasaban los amigos....No la quiero la copa para esos tipos mal aspectados, sin detalles, que hoy pueden traer una insignia con menos gloria. Entonces, prefiero la camiseta antes que la práctica o la televisión. Estoy lúcido. Brindo por Ortega, el último de una clase. Por Lionel, que perdió y es el mayor, por el Madrid. En un rato volvemos.

Tres cajas, de ahí nos vamos

En este momento preciso tirar es liberar de nuevo para que el aerostático levante vuelo: los últimos años se trataron de apilar sin selección, como había sido en los anteriores apilar sin control y ahora antes de volver ahí, cerca de la plaza guadalupe, donde empezó y terminó mi carrera de programador en logo y apenas basic, todas son cajas. No la de los tigres maravillosos, ni aquella donde las siquiatras responden con la sonrisa doblada, tampoco alguna de las dos francesas repletas de frases puras. Con el murmullo de la ciencia venís a ayudar y empaquetando podías rescribir ese tiempo largo en que no me conocías: ¿quién es el de la foto, ezequiel, no puede ser? ¿y ésta, en el balcón de república, con ese jopo? ¿las revistas las tiramos, son medio viejas, por qué están en sobres de plástico? ¿las primeras eightball me las prestás? ¿esa remera, la tenés puesta?

Anoche no pude dormir pensando en vos, mujer

Despertarse del sueño ordenado no es el reverso del insomnio y me doy cuenta que no hablamos de eso en todo el año, el buen dormir, las noches de radio oscilante, la mañana continua en el dormitorio. Todos los rincones de la casa que estoy por largar creí que no eran míos aún por las pilas de objetos que en su despliegue ininterrumpido no se vuelven marca del tiempo. Sostuve que solo hacemos propias las barricadas que sellamos. Me equivoqué: esta es mi casa, y ahora que se va a modificar en vez de volverla ajena voy a empezar a extrañarla. Es el genio del dub, sí, en la doble casetera del primer día como dj en un galpón del centro, intentaba rebobinarla y pegar sampliando otro mismo caset copiado para que dure más, pero los dedos no alcanzaban (cómo habrán sido esas sesiones con el mejor productor que sacó el sonido definitivo, dónde andará el poster callejero del show número 122 que vimos desde las gradas). Ave Cesar, los que ¿podemos? dormir te salutant.

Sobre la alfombra

El frío jugaba con nosotros a la tarde, en la confusión de ese calor medio ajeno, entre la veda y la dieta, carteles de un engrudo chorreado que el lunes iban a ser de hace tres siglos. En la casa de mi tío, llegó la noche...Fermín puso una máquina de humo, luces (las cuenta y mira la gran ciudad), yo traje la música y Anita, que hoy es muy doctora, bailaba en círculos entre todos los invitados y las jarras de daiquirí (gira y da más vueltas). Del otro lado de la casa, el ánimo de la charla y el champán se volvían bruma celeste, volvían esos cuentos perfectos de las señoras en pringles, con los padres, y una exclamación brillante ante la profusión de controles remotos: "acá hay tantos controles que esto es un descontrol". Todo terminó con profiteroles y sonrisas, al abrigo de las décadas y el futuro, con la familia que más quiero en este rincón del barrio.