Palacio de los aplausos

Si "Loco" era un homenaje al barrio norte, los vecinos de este lugar debemos estar agradecidos al comandante que hizo justicia y dedicó un disco entero, luminoso y repleto de sonidos puros que iremos descubriendo durante largo tiempo, al Retiro. Derrocado el edificio por una de esas aberraciones de durloc y techos bajos, en la foto observamos su original presencia: allí los muchachos iban en busca de las mieles y los humos, al son de esa ciudad donde los ritmos tropicales podían servir en variados rincones un día una gran orquesta y al otro a la guitarra del maestro Oscar Alemán, en una olla dorada de jazz, mambo, vientos y guisqui. Como la primavera se está haciendo verano, el aire fresco de la plata cruza las vías del ferrocarril y baña muy de a poco la otra orilla de la gran avenida, donde el viernes festejamos un comienzo con jardines, velas y amigos, tomando pineral.

Devoto de vos

No era en su obra maestra del panroc, hoy aparentemente, dicen en voz baja, a punto de regresar con mejor sonido aún que esa tapa bellísima del caset. Tampoco en Querido Coronel Pringles (los chimangos,los teros, las ranas, la siesta), casi un poema del muchacho de la calle Stegmann. Ocurría justo al oeste de la ciudad, en el rincón donde nació. Como a todos los que vamos nos cuesta escapar: "y si todo fuera tan sencillo en la vida/no sería tan importante poder salir". Por supuesto que la letra que escribí y musicalizó Rubin (natural de la zona, extrañamente judío allí) no llega ni a sus talones, claro, es solo una oda menor para un romance de la tarde en la plaza arenales. Ayer, mientras hablábamos, repasaba las calles y todas tus preguntas volvieron al agua, pero ciertas, repletas de verdades crudas y tranquilas: me debés una foto del pasado, yo casi voy abriendo el presente, como ese regalo que sube el camino de ladrillos amarillos.

Azopardo

No era él, por supuesto. Saúl pedía por los veintiséis puntos y algún oscuro le movió unos cuantos muchachos que hicieron trizas las vidrieras de Modart. Hombre de diálogo, curtido el cuero y las camperas, dejó de vivir en Buenos Aires. Su estampa brillaba siempre, pero la recuerdo mucho más vibrante un día que fui a clase de yudo en el círculo de salvavidas y el profesor nos anunció que él no se arrodillaba jamás ante un sindicalista y que debíamos asistir igual durante alguno de los catorce paros. Desde el tatami estaba enviándonos un mensaje más radical que gorila (aclaró que "nada tenia en contra de los trabajadores"). Igual en mi casa me sugirieron que no fuera a clase ese día. También huye del planeta durante la misma jornada el hombre de la gramática inconexa que empezó con un niusleter para informar la tabla de precios de las divisas y terminó, después de unas cuantas décadas de apoyo incansable a lo peor del ortodoxismo, saludando al firmamento presente. Era difícil leer titulares como vamos bárbaro con las exportaciones, bajar dos renglones, y encontrar la llegada del dictador cubano: un diario que cambió coherencia interna por almacén de Ramos generales, sobre Paseo Colón. Muy cerca de Azopardo.

El lado de la sombra

Mi abuela Elena siempre hizo crucigramas. Aún ahora, compra las revistas españolas que traen otras palabras, otros mundos de referencia: muchos miles de años más, sobran los lacayos de Carlos quinto. Joker, y sus encarnaciones abundan en paquetes del quiosco, revientes de Ediciones De Mente. Me acuerdo también de Humor & Juegos. El asunto es que nunca pude pasar más allá del principio, siempre había un dios egipcio para interrumpir la cita (te la pueden complicar también por teléfono). Este hombre de camisa es un artista entero, organiza el mundo desde su departamento, paciente como dibujante de comic en Berkeley. La película es fascinante, abrumó una noche larga y la madrugada posterior, la volvió más efervescente. Con blancos y negros nomás, con una idea. No entiendo mi letra, hace ya muchos años que dejé el lápiz, pero vos por suerte escuchás la voz, desde el sillón, con ropa de invierno en verano, y la estufa apenas apagada.

Campos helados de lámparas y enebros

"Entre la calma y la electricidad", escribí una vez, y ayer volvieron ambas en ese espacio que dejan las canciones de maríaeva para continuar expandidas en el sonido del aire puro. Durante el concierto apareció, de nuevo: la mente en blanco un segundo. El fantasma de Tom Wilson, justo cuando agarró aquella sobre el silencio, le metió ruido sin que el dúo se enterase (tal vez...porque ya estaban separados) y los transformó en suceso de folc pop. Al revés de la industria, un hombre negro, criado en tejas, produciendo tres continentes de judíos: zimmerman, lewis allen reed, paul & art. Sin reproches, enhebrando una letra con la próxima, ella pregunta, desde el otro barrio: ¿con qué pie iniciar la semana?

Flores de este día

Esas reuniones con algunos martinis tibios, pasadas las dos de la mañana, decidiendo el destino con elegancia, con un enturash de tipos vivos, aunque católicos. Gente irlandesa, que sabía de botellas escondidas, en rincones enormes con maderas bien lustradas e informes escritos en tinta negra que ahora se pueden leer un poco tachados. Esos días de principios de los sesenta volvieron ahora (mismo) a la mente en blanco, cuando leo la restauración de cierta racionalidad, con mucho turnout hispafricano, un golpe en la nuca al donki, ese cobói que no se puede describir con palabras. Quizá: pienso de nuevo en los que lo rodean a este ignorante tejano, gente que le ha dicho cosas al oído que él repitió sin chistar. Nada de mentiras, sólo enrulados de psicopatía con pobre lenguaje. Ahora, para que vuelva a visitar mi segunda ciudad, allá un poco al norte del pacífico, donde están algunos amigos y amores, hay que tumbar también al austríaco, de paso, junto con donki kong. ¿Impeachment, alguien?

Te debo una cita de Viel

Entonces: Sergio Bizzio le pregunta a Viel cómo escribió ese verso, y fue porque no pudo en la iglesia, tuvo que salir al pasto de la plaza, y después ahogarse en el puerto. El comandante me escribe, dice que no entiende cómo no vuelve al barrio, porque es de los cien el que resume todo. Voy caminando en la reforma de charcas y florida y mi hermano mira para decir que hay una fuente que no existe más. De este lado de la nueve de julio de la mente se piensa más claro, por la noche empiezan las coincidencias, tomamos un mate uruguayo, toda el agua cursa la misma materia y ups, estamos en esos bancos sentados, con un manual de estanislasqui publicado por editorial quetzal. ¿Demasiado, poco? Sí, está bien: te quiero más de lo que te conozco.

No llores, pero apoyá tu cabeza

Cuando pudimos, en las cenizas del fin del siglo pasado, nos aprovechamos del cambio de mano de una empresa que estoqueaba productos milagrosos desconociendo el valor y también el precio. Una voz silenciosa decía que la caja de pet saunds se reventaba a veinticinco pesos, algunos corrimos con suerte, otros quedaron sin aire en la avenida de las chicas demasiado lindas. Ahora, que se publicó un lindo homenajito en cataluña, uno vuelve a escuchar de a poco y creer que siempre los mejores tributos son los del disco entero, como aquel brillante smiths is dead, o el que lábil música va a editar sobre el genuino opus magnum del incendio ochentaynueve, nadie sale. Llegan los días de las definiciones, cuando se tira de la sábana para descubrir qué había detrás de tanto trabajo: llegan todos de visita pronto con regalos e ideas compartidas para el futuro. Otras sí. Carolina, no.

...fue que te encontré, viniste a saludar...

Un día, cuando llegué a instalarme, escribí sobre la calle donde vivo, en sus dos opciones: arriba de ella y sobre. Enfrente compré un manila enveloup, de esos mullidos donde guardar fotos y nuevos tiquets, biromes, material que nunca aprendí a usar, ni tampoco amar el olor del papel nuevo si está en blanco. Todo esto la semana pasada, y algo que me dijiste cruzando Córdoba organizó la zona, la esterilla que atrapa y no me deja mudarme hacia un lugar fresco, con macetas, luces de otra mañana, ruidos de ascensor. Justo. El comandante canta en el disco junto al primer rosarino, sobre la plaza san martín, esa calle Basavilbaso que marca tantos ejes. Entonces el "descubrir", para el habitante de este antiguo plano que parece haber estado siempre (barquitos en restos de maní, asado de obra de paladium, una foto del ochocientos) que también, acá, crecen los tallos. No enroscan solo palabras, las empujan y hasta pueden calmarlas. ¡De repente!

Ver el rayo justo donde empieza la avenida

Sentate a ver el día. Con esa velocidad que le imprimo a mi conversación nadie quiere pararse, ni cuando les pido que no hablen mientras interrumpo. Ayer noche estuve leyendo viejas revistas y me di cuenta que hubo un tiempo en que las compraba y en el bruto desorden permanecían. Mi abuela siempre tiene recortes geniales, yo no supe nunca manejar la tijera, mucho menos las carpetas, apenas los cajones de madera: el tiempo. A fin de año, hoy, cumplimos veinte del chau al niu model y es hora de volver a poner sobre la mesa esa foto (la voy a buscar para postiarla) donde miramos desde el "puente nuevo" el patio cuadricular. Resulta que unieron dos edificios con una estructura de hierro para que los niños pasen. Ahora, aráoz es un lugar misterioso donde no quedó ni la placa tallada en cerámica. Por primera vez hace poco ingresé durante un rato a una escuela judía, jamás me había pasado: tiene un encanto raro, sin descifrar, con invitaciones medio en hebreo medio en español para pasar fines de semana fuera de la ciudad. Ah, ya que estamos en votos devotos: el mío, para el nombre de segundo hijo de mi gran amigo, es Horacio.