De luz y de fuego
Una mesa que a los costados tenía dos franjas para que los vasos caigan, pero no: jarras de mojito, cerveza andes con sabores de frutas en el fondo, un festival de cine y la tapa de la b.s.o. de "la discoteca del amor" en la pared. Así, con Nekro y Gori completo, de punta a punta, terminaba la noche en kasa babylon quedándonos dormidos o yéndonos. Godoy Cruz, unas cuadras más allá, no es mendoza, casi. En el día, con fruición, espalda recta y la mente limpia (como en gijón, como en madryn) camino sin paciencia todas las plazas y alamedas y mis pies se cuidan de acequias que llevan a la perdición. A las doce y media, unos minutos antes según el guardia, estaba ya con su manto azul la bandera del ejército del "otro" general: también iba a dormir la siesta, en una sala de la casa de gobierno. Barrosluco que trajeron aquella visita allá la cordillera, todas ellas con los ojos pintados de día y de noche, una fábrica de aceites de olivas con su dueño judío que entonó algunos chants con israelíes que no podían creerlo, roble y más roble francés de hace dos siglos al lado de las piletas de malbec. Volvieron los sueños, de escapadas, camas dobles y buzos con capucha. Hacia el enooorme parque san martín, me toca a mí cargar los dos libros. El sol, atrás, con la música y los cables.
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