Quinceañera

Aunque intentaba mantener cierta estabilidad emocional, arriba de un micro en las heladas alturas del lago Lacar, le dije a una chica que lo que más extrañaba ahí mismo era a mi computadora. Bajarse de los brillos atómicos de cómodor para la arquitectura basada en Intel fue consejo del inefable Frankie: mientras ambos amábamos a las inalcanzables macs, debimos contentarnos con esas lentas, anodinas beige equis ochenta y seis. A trescientos baudios la cosa se ponía díficil, y en el invierno del 91 ya tenía tres años de experiencia nocturna despegando cables de módems manuales para entrar a acamática o leer Fido de colado. Mucha música y muchísimos cables después, aparecimos una tarde por Ciudad Universitaria para usar gopher, bajar algún archivo, loggearse más rápido a ese espacio blanco que no se llamaba red. En el templito del saber, no tan arriba, en "computación", vi la interfase deslumbrante que un novio de mi tía describió con inteligencia e hice la primera búsqueda, la que dura para siempre: stone roses. Era la remera a manga tres cuarto que llevaba puesta. Faltaban unos meses para el lanzamiento comercial acá en el país, el viaje al pacífico, el principio del fin del principio. Como pasa en las fiestas de quince, nunca intentes besar a la que cumple. Mejor quedate con su amiga, que puede dedicarte toda su atención.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

gordo
hola

Anónimo dijo...

Aun con presencia (vestigios) en el web:

http://www.guiaweb.computerworld.com.ar/datos.asp?cemp=0060

fede dijo...

pero logramos que se fundieran esos chorros de AMATRIX! era pasar por la puerta a la salida del colegio y preguntar para joderlos por que el disquet estaba al triple que en lo del recordado carlitos marques!