Con la gente que me gusta
Se puede comer maravillas artificiales de colores alemanas después de que mi plato, con semillas por arriba, no haya sido tan perfecto y queden más fideos que vegetales sin probar, dulce y picante. Escuchar grupos españoles que insisto en repetir, o cantautores folclóricos de otra era. En días de tembladeral y yunque bien pesadito, aclarar el agua cristalina, ponerse firme en la seguridad del reconocer, intercambiar postales con escritos pequeños que dicen bastante. Cambiar figuras. Pasar de posar por otro, aunque nunca seamos los mismos, en algún lugar, testigo casual. Tener la certeza del habla a una sola persona aunque parece que el mundo zumba como voces de abejas en la línea del teléfono. Antes había insomnios, ahora las noches duran un poco más.
Zimerman con una sola n
Now your sweet voice Que es más grave que anoche Calls out from some old familiar shrine Un monasterio de los celos I got no choice Un poquito de chau tanto hola Can't believe these things would ever fade from your mind Eso decías.
Spirit on the Water, 2006. Por supuesto que (c) Special Rider Music.
Cada cinco años entonces, se abre la puerta un poco, aunque ultimamente, quedaba
entornada bastante..............Vení, subite, que no vale nada y está llena de estática.
Spirit on the Water, 2006. Por supuesto que (c) Special Rider Music.
Cada cinco años entonces, se abre la puerta un poco, aunque ultimamente, quedaba
entornada bastante..............Vení, subite, que no vale nada y está llena de estática.
Tu nombre me acorralaba
Así es como el ciclo se cierra: con la misma intensidad con que empezó. Los pequeños cambios de baldosa, reacomodados, dan la dirección. Salir del subsuelo para encontrar pequeña luz en ese departamento de siempre, con la prenda campera puesta, arriba en las alturas del botánico. Ahora sí, en esta cocinita veo la luz que indica el olvido, el sonido seco del chau. Está buenísimo que el clavo de madera haya expulsado al de metal, y acá mismo vea mis especias preferidas, como un principio conocido y uh, genial, de coriandro, que en mi casa falta. Si la primera letra se fugó de la memoria hay una explicación. Un pedacito, claro, de la menor. Se me olvidó que...
Como si estuvieras ahí
qué tragedia
qué inútil que es mirar el reloj
qué diría este renglón si estuvieras
quién sabe si la cuenta regresiva empezó
con aquel beso descuidado en la vereda.
Zamba, ilustrando la noche de las baldosas, en Larrea al ochocientos.
qué inútil que es mirar el reloj
qué diría este renglón si estuvieras
quién sabe si la cuenta regresiva empezó
con aquel beso descuidado en la vereda.
Zamba, ilustrando la noche de las baldosas, en Larrea al ochocientos.
La letra ene
En la calle donde, ahí, nací, camino. Con el dedo puedo señalar el espacio, el supermercado, el desorden de los vascolet en pirámide, la foto mordida donde mi hermana tenía el gorro de lana del mundial. Extrañísimo. Son las diez menos cinco de la noche y venías caminando con una amiga, justo en esa cuadra y en mi concentración vereda por vereda del sello de nacimiento, levanto la vista y se alza tu estampa de siempre. La torpeza toda junta, un bolso arrastrado, la remera del verano en el invierno, una sonrisa que ahora, inmensa, se escapa. Apoyé todas mis pertenencias en el hall de ese edificio y vos las tuyas, qué raro insisto, rarísimo. Como si hubiera por decir o por callar, cuadernos enteros porque aprovechamos cinco o seis minutos de tu amiga entrando, claro, al super. Esto pasa hoy, a la noche, cerca de Santa Rosa con el agua encima, aquella que alumbraba la arteria de catalinas a luis maría campos para empujar el diástole, el gritito de la capucha en la parada del colectivo. El diálogo termina, y por supuesto no hay un estás bien, los ojos se escarchan, zapatos que se acomodan de nuevo y las manos que enganchamos la tuya enorme y fría, sobre tu altura, mi subsuelo, ese futuro. El chau, sabemos: mucho antes que el hola.
Mirarla todo el día
Dos cajas, ahí nos quedamos
En la noche de diamantina, cuando es un suplicio pequeño llegar al agua mineral sin frío para brindar, me doy cuenta que ellas dos, brillantes, reproducen el sigilo y la tranquilidad polvorienta de esa baulera que dejé hace tanto tiempo. Una es fresca, con ropa muy usada por la misma persona que se desgaja en hilos grises y sonrisas, tratando de escaparse de un vínculo para terminar en la mesa de un restorán empezando el próximo, arriba de un auto, en el patio de las flores y las señoras que lo miran llevarse el mundo al hombro de sus palabras. El padre de su primera enamorada, además, alrevés del himno que entonábamos en la parte de atrás del escarabajo, lo prefiere. La otra caja, lamentablemente católica, con las rodillas sin tocar del todo, charlotiada, con bancos de plaza y miraditas que reducen esos otros vínculos a gestos, traiciones, todo eso por decir, y dicho como absoluto, imbatible. El amor, entonces, puede venir primero. El orden, después. Quizá, si llegan, tomemos gin en vaso largo, para dejar el agua enfriar en la cocina.
Entende todo
Entonces todo dura un montón o es pequeño el tiempo y se vuelve intenso. Dos días agitados, con muchas cosas, una: ¿por qué llamás a tus padres por su nombre? No tengo mucha respuesta, eh. Hablamos un poco, y creo que yo dije menos: pero el agua llegó a la acequia más transparente, arriba. Son sábanas, digo, son sábanas celestes de copo de nieve. Esas que enganchan las eras, como si una década fuera un sanwich y estamos en el mismo lugar con los ojos un poco más vidriosos pero sonreímos. Es para celebrar, las manos atadas, el silencio, una fuga para adentro que aproxima, un picante, un caramelo de goma, vos lisa resplandeciente, el nombre también a lápiz en la primera hoja. Suena el teléfono, uh. No me voy a levantar.
Lágrimas nos olhos, de cortar cebola
Você é tão bonita
Você traz a coca-cola eu tomo
Lágrimas nos olhos, de cortar cebola
Você é tão bonita
Você traz a coca-cola eu tomo
Velas y libros sin tapa
En el hall de un cine de Lavalle exultante repleto, mientras hablábamos sobre una fórmula para sacar la letra r y traer de regreso al reunionismo de ahí enfrente y los alegres domingos de gol, pasó él: es de racing, pero no importa. Le grité "hasta el aborto no paramos". Salieron las risas, una mujer me dijo que todo era posible. Como cada miércoles, asisto a la caída circular ante dos periodistas sin ideas de un partido que nunca tuvo una. Menú de esta noche, el intendente de Neuquén que apoya a un presidente peronista y el hijo de Alfonsín que apoya a un candidato a presidente peronista economista. ¿De qué hablan? Echadas en cara sobre el pacto de esos olivos y la institucionalidad de bajo nivel, mientras el libro del presidente cordobés hot of the press se llama ¡Operación Política! Es genial el título. Ojalá esos alemanes tengan las agallas de editarlo en audio, mantra supremo, entretenimiento para el reproductor portátil en el micro hacia el mar. Dormir es sabio: algunos pueden. Otros intentamos.
Un mes de silencio, o muchos años
Alcanzo a ver a tu mamá
exultante ella,
desatada y concentrada a la vez,
llevada por el ímpetu de madre
que escribe el futuro de los días.
(...)
Tu belleza acogedora y fulminante,
a años luz de la belleza fulminante y acogedora
que ella va esparciendo
por las calles de Retiro
un domingo de otoño.
(...)
Entonces vos,
una niña motorizada por el tren de las sensaciones
nuevas,
vos ves el avance de la separación
(...)
Ella, vos, las rueditas, tu belleza,
el domingo por la tarde, Retiro,
ser madre, ser hija, el abandono,
el divorcio, lo oculto, la suerte,
el cansancio, lo inesperado.
Gustavo Alvarez Nuñez ("La Separación" en Pulsiones, 2006)
exultante ella,
desatada y concentrada a la vez,
llevada por el ímpetu de madre
que escribe el futuro de los días.
(...)
Tu belleza acogedora y fulminante,
a años luz de la belleza fulminante y acogedora
que ella va esparciendo
por las calles de Retiro
un domingo de otoño.
(...)
Entonces vos,
una niña motorizada por el tren de las sensaciones
nuevas,
vos ves el avance de la separación
(...)
Ella, vos, las rueditas, tu belleza,
el domingo por la tarde, Retiro,
ser madre, ser hija, el abandono,
el divorcio, lo oculto, la suerte,
el cansancio, lo inesperado.
Gustavo Alvarez Nuñez ("La Separación" en Pulsiones, 2006)
The cavalries charged
Pasamos por los jardines de ceniza, con el sabio que conoce de orquídeas, entre tantos viajes y programas fue el definitivo: vos brillabas como aquel día primero sobre la avenida con la minifalda de puntos negros y blancos, ahora un solero para el invierno. Todo, realmente todo, al tiempo de la contienda. Me llama el amigo hermano de masachuset para contarme lo que yo no estaba viendo aún. Ahí pensé, claro, es la nueva Guerra Contra El Estado Líquido. Ni el champú se ha salvado y pronto vendrá la guerra contra el Plasmático. Cortinas de humo en la vieja isla, gente sentada como en esas tardes en que el mayor asesino judeoalemán vivo animaba las veladas desde atrás de los micrófonos en one united nations plaza, tregua para más fuego. Es el balcón del fin de semana en el mundo. Noches para la fe atea. Esperando que vuelvas.
Quinceañera
Aunque intentaba mantener cierta estabilidad emocional, arriba de un micro en las heladas alturas del lago Lacar, le dije a una chica que lo que más extrañaba ahí mismo era a mi computadora. Bajarse de los brillos atómicos de cómodor para la arquitectura basada en Intel fue consejo del inefable Frankie: mientras ambos amábamos a las inalcanzables macs, debimos contentarnos con esas lentas, anodinas beige equis ochenta y seis. A trescientos baudios la cosa se ponía díficil, y en el invierno del 91 ya tenía tres años de experiencia nocturna despegando cables de módems manuales para entrar a acamática o leer Fido de colado. Mucha música y muchísimos cables después, aparecimos una tarde por Ciudad Universitaria para usar gopher, bajar algún archivo, loggearse más rápido a ese espacio blanco que no se llamaba red. En el templito del saber, no tan arriba, en "computación", vi la interfase deslumbrante que un novio de mi tía describió con inteligencia e hice la primera búsqueda, la que dura para siempre: stone roses. Era la remera a manga tres cuarto que llevaba puesta. Faltaban unos meses para el lanzamiento comercial acá en el país, el viaje al pacífico, el principio del fin del principio. Como pasa en las fiestas de quince, nunca intentes besar a la que cumple. Mejor quedate con su amiga, que puede dedicarte toda su atención.
Amor certinho
Después del silencio, está él. Cuando apretás botones y girás perillas para que otros bailen, y la noche agitada y pública de una casa repleta termina en un departamento chiquito y privado sobre la avenida u know what, el sonido espeso permanece. La única solución es desempolvar el disco que la EMI armó con torpeza para destrozar el orden de esos tres elepé que llegaron un tiempo después de la revelación. El caballero vive sobre los altos de ese edificio que fui a ver, con sigilo, en Leblon: pide comida a un mozo que no le conoce la cara hace diez años pero sí la voz. Sale con alguna amiga a tocar la guitarra de madrugada en playas muy lejanas. Llama por teléfono para hablar, sobre esa selección ahora triste, durante ocho horas sin apoyar el auricular de vuelta en el aparato. A veces va a un estudio, graba, y corrige alguna nota tres o cuatro jornadas porque no le termina de gustar. Las canciones nunca son nuevas, de autores contemporáneos, y la mayoría ya las registró. En vivo la sutileza triunfa, pero hay noches mejores o shows que suspende por el color de alguna media. Claro que todos nos vamos a acordar del último, sentados en las mesas, desafinando con desconocidos "que chocaban las joyas" de las aguas de marzo larguísimas. Me doy cuenta ahora que cumplió setenta y cinco. Brindemos.
De un nombre raro
"Eso, cuando era chico, se llamaba ser gorila" dijo el ministro preferido. Fue una frase tenue, para contrarrestar a un tarado a toda vela de la Universidad Católica de La Plata que habló de su infancia y comentó que el método de la temperatura nunca funcionaba pero ahora ha mejorado mucho. Ginés fuma tabaco (ese es su peor rasgo), tiene muchos quilos de más siendo médico (puede ser quizá el mejor) pero sobre todo tiene un nombre que rima con el apodo para publishing del coautor con Litto del eterno himno naufraguero. Días de múltiples embarazos alrededor, algunos sorpresivos, otros aparecidos, otros casi esperados pero inexorables, y otros por los que levanto la copa. Ginés nombra la palabra de seis letras en national tv: señores curas, llegó cincuenta años después, esperemos, la segunda hora del fuego. Viva la vida, claro, pero viva más la "posibilidad", seremos choicistas siempre. Alfonsín pide que Lavagna sea "todo lo peronista que pueda". ¿Qué ocurre? Es el fin del política, decíamos, miércoles alegres y lavados en te ene que se trocan por domingos tristes e históricos, de majestuosidad italoneoyorquina y cuero de cloaca de manantial. Mucho más cerca todo: de la locura que de la evasiva madurez.
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