con los ojos cerrados lo podemos conversar
Volví. Antes de irme, con el bolso de la única manera posible, el bollo. La luz en una de las fases se había cortado y allá sigue, con el brillo catódico vaciando la casa, o la heladera. Vos saliste de esa institución, con el brío encadenado, y sonás mejor. Como esa vez que compré un anillo de plástico y un estiquer, lo traje de regreso del mar hacia callao y no sonreíste demasiado. Desde atrás llega un poco la luciérnaga, pero no alcanza para iluminar toda la casa, mañana dijeron que venían a arreglarla, ya va a ser tarde, de día cuando todo se puede ver. Me acuerdo lo plástica, visitada o fulgurante que puede ser esa horita, son prints algo poco desprolijos, igual los prefiero: un esnapshot tiene que ser perfecto, sino vamos con los muchachos que saben hacerlo bien y delicado, para el marco, o el cuadro, tendría que cambiarlo. Quizá las cosas más importantes se dicen y todo a media, como este segundo, que cantan los grillos dormidos en la sombra del patio.
En el canto de las caracolas
Del ritmo del lunes volvieron los diciembres de miles de cumpleaños, la torta partida entre las mellizas y yo de todos esos años felices en club ypf, banco nación, parque norte: la primera institución que me dio herramientas para alterar la mirada a la cultura argentina navegando por el dial de radio AM mientras maestras jóvenes jipis que se habían refugiado siete años en shows de roc me susurraban al oído que les parecía raro, tan chiquito, escuchando Crucis. ¡EL PEZQUEPEZ! Los mejores amigos, aquellos desconocidos, están soldados en el humo del agua más fría de esa pileta enorme. Ayer pasé cerca de donde todo nació, el sabadoclub anterior a la colonia de vacaciones, cortos animados del otro lado de la cortina de hierro, casi como todos los que gabbo le obliga a poner a la competencia del payaso en ese capítulo que recordaremos siempre. ¿Qué cuernos era "palermo viejo" en el ochenta y uno? Un gran galpón de alegrías con instalaciones uterinas para chicos desvalidos pero felices, aprendiendo justo antes de lo necesario pequeñas armas para remontar el barrilete de la primavera en democracia. Voy a dejar la clave, como dice zamba, para escribir en vivo y en directo, pero sobre la maravilla imbatible de cada diciembre y enero 80-86 no pude, no podré nunca, todo es clave de sol.
always in the middle, but never between us
Llegaron los amigos del alma que aún permanece pura. Me trajeron una remera de bich bois y el cantautor judío que nació en devoto el pin que ilustra este nochedía, una de las canciones del nuevo disco, que le di a la princesa para que los guarde y sonría, con filias y fobias, aunque se quede mientras se va. El viernes que no empezó ecualizado: me llaman para que vuelva a ser el anfitrión del equilibrio mental, desde una institución que solo puede clausurar (espero que estés mejor). Aunque el fin de año venga a apalearnos, brindamos, no se ponen más sucias como dice dieguito...Sólo es el cambio, los que se fueron, curva del siglo. El jugo se exprime de a poco con naranjas paraguayas.
Yo solo tengo, y tu eres...
Revoluciones por minuto, y un tercio, avenidas, peleas en palieres, chicle, noches de alguna luna de belgrano, besos robados merecidos propios a tiempo, principio del fin, nieve, hastío, belleza, quinto cumpleaños, camas, teléfono, presión, juntos, california, entiendo que no entiendas que entendía, armadura, piedad, más de lo que te conozco, vos, claro, es posible, no.
Ni tango ni tan poco
Es que no hay salida al río, tenés que ir hacia el sur, o al norte, desde acá podés ver como hacen esas torres de colores sin cemento ni gracia, pero salir derecho al agua olvidate. Ayer, más cerca del escenario: hoy, guarecidos de la lluvia en la carpa me dijiste que anduviste a caballo y yo quizá ya sabía, era sagitario claro, estuve toda la tarde escuchando un grupo que empieza con tu nombre y sigue con la cuna y el pop piyama, mejor género del siglo. Empezó la lluvia, el hombre de palacio le entrega un saludo al rey de los mares de algodón, buen humor entre música y públicos y el canto, allá, con los abrazos y lo mejor de todos nosotros atravesados por rayísimos y truenos, pepsi y soda cáustica. Como si la noche de ayer se hubiera desvanecido en ésta, como esa tarde del debut, que fui temprano con los amigos a la calle estados unidos para hacer cola y festejar después adentro, dicen los toreros, compañero. Antes lo fijé, ahora un poco mucho menos: vas a llamarme/para mi cumpleaños? No sé si atender.
La alegría destrenzada
Respirá el fin del pasado, dijo Germán mientras Valentina (sí, ella, por supuesto) entonaba a mi lado el mantra de las tardes despiertas en balcones. Llegué con cerezas pensando en el río que se va a terminar de golpe, y acabamos el día de a uno primero: todos después en la misma sintonía perfecta. Mi padre afirmó que el Uruguay se queda sin agua cuando arranque fin land a clorificar la madera, y no pude sacarme de la cabeza la única reflexión posible para el club unidos obsesivos de la contienda civil: ¿por qué dos colonias separadas por dos trazos de agua enormes llaman a un tipo empleado de otro criado por Francisco Franco, con un bastón, para tomar decisiones? Respiré profundo, y el fin no quiere llegar, me agarro como a una balsa, las fruterías ya exponen las veraniegas. Con más ciruelas nos manchamos el cuello y nunca jamás cocinadas, solo apabullantes en la fuente, esa acidez a la mañana alrededor del carozo, ahí, concentrada, leyendo el buclet en el verso número cinco, ese de estás muy bien (te dije).
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