Gustavos

En el principio, estaba Gusta. Longilíneo, primero que se "fue a vivir solo", el mejor intérprete del mejor rock argentino en piano & en guitarra: su despedida atómica en Adianchi, sito en el confín de la esquina con gente despierta y ginebra, presentó mi único espectáculo en vivo como mitad de Bulón Bovino. Era 1993 y todo parecía tan fácil. Ahora es padre de un niño que se llama Andrés, y sigue cristalino. El segundo fue GAN, que en ese mismo momento deformativo apalancaba con la poesía y la existencia también roquera, con pantalones de terciopelo a la salida del centro cultural de los recoletos. El lunes lanzó su segundo libro, "Pulsiones" y fue mi segunda incursión en presentaciones de libros de poesía en diez años. La anterior, hace muy poco, picante y repleta de travesuras, exhibió todo como antes (no te olvides que soy/distinto de aquél/pero casi igual). El libro, el de Gustavito, tiene un sector de Angeles y un sector de Teléfonos, donde me encuentro a gusto. Distancia y proxemia, como hace un rato, cuando una charla transochada por los pares telefónicos casi termina o empieza con cuatro años de idilio mayor. She Said She Said: "..bueno, es con vos que la charla por tel. se deshilacha y se hace fuerte y mis pausas tienen algo, un poco, de sentido". El tercero es Secchi, compañero desde la lejana y fría jarvar de una serie de sueños en el publishing, del dominio completo de los modos y las prácticas de la industria que amamos, aquella donde los atorrantes judíos pagaban por sus canciones a los brillantes compositores negros con llaves de cadillacs alquilados. Donde Mottola se quiere quedar, diciéndole adiós a Neverland y Jackson, con el santo grial: unos temitas que incluyen "Rain" y "I´m Only Sleeping", entre otras pequeñas cosas. Levanto, hoy, la copa por uds. tres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

si tuvieran sentido esas pausas.

Anónimo dijo...

me hubieras invitado, fede