Londres, Entonces, 1968

Ahí, vibrando con el blanco y negro sinuoso, veo por primera vez una que siempre me faltó: Somos los mejores, del sesenta y ocho. Con cámara portátil y un cast que mezcla al eterno perfecto Dringue con Disi, Brandoni y hasta Renán, el asunto es perseguir al Estudiantes que iba a jugar en Londres porque, seguramente, las salas se iban a llenar en busca del perfil de Bilardo tomando mate en un pub de la ciudad más gris. En el universo paralelo de los programadores de Volver, será una invitación a cambiar un par de canales para verlo hacer maravillas con el poeta fértil ambos parados, dialogando sin retorno, en el mayor acto de humor en vivo en mucho tiempo. La película atraviesa meteoros de ray bans, aeropuertos, parques, vida qué vida la mía te asustaría, pibas en vestidos frescos: cruzando los planos y casi olvidando el diálogo anodino y futbolero. Para mostrar un ambiente de orden batido, ciudad que humea, en uno de esos rara avis que con felicidad celebro se proyecte por única e inolvidable vez. Casi, casi al mismo tiempo que ese disco doble salía a la calle. Warm Gun.

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