Verano, aquí
En el impulso del día, aunque el centro indique un invierno de río por abajo de las rodillas, insistente y un poquito cruel. Habían puesto una discoteca adentro de las ruinas de un banco del dos mil uno, y aunque fue hace muy poquito tiempo el frío perforaba los contornos y los sacos largos, de lana apenas gris: justamente en los vaivenes de las temporadas, como ésta, de granizo rocoso y soles que no terminan de indicar hacia donde cae la avenida. La hermana con el pircing en la lengua y los besos enroscados en la parte de abajo, porque están las bóvedas, y hasta esa noche algunos pasos bailé. De regreso a casa, las botellas entre los brazos y el frío ahora aterrador, todos en fila caminando para mezclar infusiones y bombay zafiro: la mañana. Vuelven, con las primas, las semanas pasadas, un llamado genial que ecualiza, el mundo común, la hermana apenas mayor y definitiva. Todo para decir que le envié por correo de regalo la verdad sobre las estaciones. Llega, ahora, la canción número once a tamaña declaración.
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