Excusas para viajeros

Era así, cuando todo se desencripta, el paso es llano. Ayer la causa limeña por la mañana cenital y la jalea por la noche, después de pasar por el brillo y el agua del sur del atlántico. ¿Cómo hablarte para que me entiendas? Rompí el hechizo cuando llegué de la función, dispuesto sin duda a probar la dirección teatral, con el valor de los hombres fuertes. Se acabaron esos meses de silencio. Escuché que fuiste a un fogón con vinos y batatas asadas en los cimientos del Pabellón cuatro, te cubriste otro día de neblina, al siguiente paraste a tomar en la juguería de lavalle un combinado de mis preferidas. Pusiste "mi novela autobiográfica" cuando te había parecido en mi subsuelo una canción mhmmm más o menos. Dibujaste y creíste que me entendías más todavía, y yo partí la obsesión en dos como una cáscara. Dije que soñé y había dejado de hacerlo, pero después, ayer lo hice: una casa en el distrito de columbia, con un baño enorme, revolcándonos. Te hiciste atleta, yo me escapé de nuevo.