Sabores

De nuevo, la música que zumba en los barrios. Con la guía del vehículo a gas y el humor siempre burbujeante de uno de mis amigos hermanos, llegué al fin para conocer su templo control room donde las notas más agudas y las sesiones más inquietas quedarán: hermano mayor y de cemento del que bauticé pad (pibas & audio digital), enclavado de la calle Heredia. Rutina voluntaria, salida de día con falsa humedad y sol apenas nuevo, seguí por Chacarita bordeando el sacro Los Andes. Luego, con otra compañía y ojos claros, resultó en turno más vespertino y acogedor la escucha de las maravillas que un sabio nos regala. Con muchos jugos, incluso el pindapoy de tres sabores no tan fácil de encontrar. La música continuó en la algarabía plástica de un estudio de foto, una voz que en clave ar and bi me susurró versión de "Nostalgias", horror para Cobián pero belleza a esas horas y esos vinos. El borde fue de madera, en subsuelo del barrio, con humo comprimido y una despedida pequeña pero untuosa. El prisma del licor de melón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los domingos no se trabaja y los domingos mas lindos son en Boedo.

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