el resto es mar y todo lo que no sé contar

Los nuevos buceos, o novos mergulhos, traen un ánimo justo prendido en la botella que cambió de repente el clima de asfixia a maravilla en la noche de ayer. Claro que así es cuando las palabras de jobim se hacen prisma y uno solo piensa en el destino de la palabra janeiro: aquellos que quedamos nos reunimos alrededor del fuego, preguntale al viento y cada rincón es cueva a descubrir. Hablo de la ciudad, de las palabras que leo en la calma, de todos los que alrededor o encuentran la locura o zafan de la locura, es como un pequeño resumen el mes de lo que hay, lo que falta, lo que va a seguir sobrando. El barro en todos lados, cada uno de los ríos: vi desde el aire el codo, imaginé de nuevo esa humedad de chispa que a los primeros ojos que bajaron de Río a este puerto fluvial donde vivimos habrá casi molestado, ¿cómo sería pasar de un morro, navegando semanas enteras, al estuario del barro y el junco? Volvemos al vino, que casi ni probé, al jugo: lo prefiero.

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