Mirame bien, no soy lo que parezco

En los últimos años del niumodel, un compañero llamaba "vista" a los filmes, y creo que por mi madre ya había registrado que cierta clase porteña usaba ese extraño nombre. El me lo dijo cuando le pregunté por su cumple y referenció al mejor regalo: una tarjeta de un club para alquilar "vistas" en video. El mismo día en que el goma lanzó la actualización para la que trabajaron sesenta meses, mi arquitecto de red de confianza me exhibió las maravillas de la interfase xgl, que instalaré pronto en casa. Es hora de hablar del fin ya, decir más fuerte que la guerra del desktop se puede ganar (hace poquito hubiera pensado lo contrario) y que si tienen que ir a londres a prometer revoluciones con un sistema tan pero tan berreta, será porque en otros lados les tirarían pinguinos, o manzanas, quién sabe: los primeros reportes no hablan de ninguna cola a la madrugada. Es una linda mañana hoy, para los que peleamos la pequeña guerra microfísica. Brindemos con stoli.

y todos su ex pueden armar una banda para tocar la música que ella nunca soportó

Las palabras dicen, en lengua concatenada, como un anillo de remolinos: las mujeres. El murmullo que gobierna días de soledad en dichos sobre el amor que perfora, la amistad que agarra, la familia que cubre. Así, los últimos días de enero que parece mucho más largo porque tiene treinta y un días a treinta grados celsius. La música, de nuevo, los mashap en la fiesta del viernes que ya puedo desplegar como fórmula, mezclando saberes y ritmos, pegar lo pegado por el maestro de san francisco. Esta mañana, traje a mary lou, con su discografía, puse en ripit esa canción eterna de otro verano, pensé en la frase sobre la memoria fotogénica que se quedó sin película: ayer vi las fotos impresionantes, me descubrí diferente en esa década, con buzos que creí no haber tenido. Siempre, por suerte, abrazado a su encanto y su risa que explota aún más hoy que con la minifalda y el biquini a lunares, no me fui a ver en tv al señor de montecelio, ni a jugar al galaga dejándola a suerte y verdad de gente adulta. Es domingo de nuevo como los dos anteriores aquí en el front, ni vi el sol que dicen salió, y estoy comiendo naranjas con la mano.

de nuevo en nuestras bocas

Llegamos con la calma y la electricidad, antes del jazz, por la mitad de la tarde. Empezó el túnel del ahora, las risas más crocantes y las palabras que el sólido conocimiento nos entregó como armas permanentes, casi espadas de la maldición de la flor dorada. Volvimos a las conversaciones entre noe valley y serrano, retiro y miramar, nos hicimos invisibles como en todos los niveles y los pisos y las mantas que guardamos, disolviendo la distancia y sobre todo: el hoy que separa como fango bajo el puente, que brilla como plata armándose en partículas después del fijador y el paro. Si la geografía es un estado de ánimo, no necesitamos más coincidencias, ni años bravos, ni viajes de regreso desde ciudad universitaria a quién sabe donde, tandil, pelos largos y palieres de casas en construcción. Sólo la contraseña del chocolate amargo y alguna sonrisa desesperada para llegar al final del cuento, contame, que me gusta.

el resto es mar y todo lo que no sé contar

Los nuevos buceos, o novos mergulhos, traen un ánimo justo prendido en la botella que cambió de repente el clima de asfixia a maravilla en la noche de ayer. Claro que así es cuando las palabras de jobim se hacen prisma y uno solo piensa en el destino de la palabra janeiro: aquellos que quedamos nos reunimos alrededor del fuego, preguntale al viento y cada rincón es cueva a descubrir. Hablo de la ciudad, de las palabras que leo en la calma, de todos los que alrededor o encuentran la locura o zafan de la locura, es como un pequeño resumen el mes de lo que hay, lo que falta, lo que va a seguir sobrando. El barro en todos lados, cada uno de los ríos: vi desde el aire el codo, imaginé de nuevo esa humedad de chispa que a los primeros ojos que bajaron de Río a este puerto fluvial donde vivimos habrá casi molestado, ¿cómo sería pasar de un morro, navegando semanas enteras, al estuario del barro y el junco? Volvemos al vino, que casi ni probé, al jugo: lo prefiero.

enredados en los cables de entel

Si partís de Rocha, por la ruta que lleva al mar, en un mezclado patchinko de roc argentino y detenés el oído en esa canción, te das cuenta aunque quien viaje a tu lado no la conozca por degeneración, que es una chica cantando su propia vida escrita por su novio cuando todo se desmoronaba. Meter y sacar cables, regir la sintaxis de una red que era nombrada justo en ese momento, las maravillas de aquellos que, entre discusiones, pensaban que para pasar files de un punto a otro había que escribir un protocolo, lo escribían y de eso se trataba: FTP. Llevo entonces la lectura de la biblia sobre los orígenes de esta red inconexa y bestial, llevo las remeras viejas y llego al festival voxpop para que nos vayamos temprano allá, donde el sol sale de repente y la luz se apaga más veces, intento leer, con ayuda no de la neck booklite que viajaba por los trenes italianos, sino de otro cuarzo, más celeste, al tono del gin.

verano extraño (el de mil nueve ochenta y...)

Con un equipo hifi, que ya empezaban a venir juntos sin el sinto separado del ampli y el tape, a las tres de la tarde de un calor aún peor que aquel me dicen hizo hoy en buenos aires, ella nos susurraba: ¿qué hacemos esta noche? El primer lado del mejor disco veraniego de la historia del roc vernáculo reventaba los oídos cansados de tanto gin barato. Siempre me hablaste de ella, claro, pero tardé unos largos años en conocerla y otros tantos en traerla a mi mundo. Acá estamos, entre frendli fires y excentricidades de mis hermanos que brillan cada día más, el maestro fuks que da clases, y sobre todo el futuro, ese bien que se escabulle pero llegó para instalarse.