Para Ir

Un cuarto de siglo: desde esos días en el Sasso, y un par de entradas tan fugaces como la terminal y el frío de una lluvia a mitad de enero, por horas escasas. También la mañana de sol que mi abuela nos dio cien fichas de sacoa por un pariente. Una bolsa de oro. Vuelvo y estoy radiante, al corazón, después de tanto tiempo. Cada verano fue un empuje mínimo que no me llevó tan al sur (como ese, y me tienta citar, en que íbamos especialmente para ver una función de "El Negro No Puede" y nos quedamos en tritones).... Mil veces de santa semana, otros festivales, un diciembre levantando la copa de la navidad con las bailarinas y los humoristas de una revista entera. Cada minuto conspirando contra el centro que se amontona en aquella playa: todo, todo, todo es posible. Esperé y dije no, me aguanté y lo puse en mito, me escondí y pasé por al lado. Ahora voy. A reconstruir la boite Ariston de Marcel Breuer que está por caerse, a visitar cada vodevil de cortina plateada y play bac, a tomar el gin & tonic, el pulpo de viento en popa, los tostados del torreón. "esos otoños te hacen mal/si me dejaras deshojar".

Cumple año

Entonces me acuerdo cuando en la redacción una editora dijo ¿por qué empezás la frase con y? Por eso renuevo ahora (mismo) sin ese pasado, desplegando el brillo medio atroz del abismo cumpliañero. No insisto más con los remolinos liados que atrancan, me acuerdo de vos pero también me olvido, qué bueno, si el dibujo es perfecto pero cuando agarrás la mano o el cuadrito, todo resulta más frío que la vichysoisse. Las ansias y la base firmísima de una fiesta grande en tanta compañía, una frase que escuché recién cuando ella se sentó al lado y no se movió. No hay resumen ni es porteño, hay algo de limpia luz, raro con el adjetivo delante, pero será que en la confusión como en los sueños, empiezan las res pon sabilidades. Cumplido.

Los lindos quilombos

En la frontera de la poca lengua que quedaba por recorrer, entre las palabras que volvían a sonar fijas del té a la sandía pícara: por las coincidencias, abajo de los mismos lugares. Sobre Ashbury 710, que una vez mi primo me señaló, se eleva el cessna donde ella vino, a nacer. Un poco arriba del mapa, en el camino del tinto y las casas espesas, pudimos cruzarnos de verano, santa rosa poquito a poco. Escuchándonos de cerca, this, american, life. El aula de Ramos Mejía con todos los carteles pegados. Tan igual, acá, enfrente de la panadería. No dije nada de nada, recordé todas sus frases en el español perfecto que ya me olvidaba. Canté, dije su nombre mil veces a cientos de caras conocidas, pero el relato seguía, y francia o suiza o todas las playas del sur, acordate, tengo sueño, bailar de repente es despertarse, quedáte, recién empezamos y volvés dentro de muy poco al obelisco, algo me pasa con vos, ¿cómo es eso que tus padres se siguen queriendo?