A melhor juventude
¿Qué había, en el techo de ese subsuelo en Retiro, cuando te mostré el andar cansino y las pickup lines de la madrugada sobre un jeep en los primeros sesenta? La que parecía más grande, por el ángel que descuidó su pelo, se fue esta semana. Una de mis tres preferidas de este lado del río. Eran viejos todos, pero menos que nosotros por la energía que iban deshilachando en un viaje de la cocina al comedor, con trajes y camisas y vestidos, casi por casarse o engañar a novios y novias en otro rincón, desde la responsabilidad de su destino un poco silencioso pero definitivo para la época. Algo se rompe despacito, en la peor inmadurez, para caminar de un barrio al otro, y sellar en algún lado un poco de tranquilidad. Después vamos a extrañar los temblores falsos, pero ya los extrañamos teniéndolos, y no rinden, no, no bailo, no. Como dijimos ayer en esta misma casa, entre la cebada, el vino y el limón.
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1 comentario:
El tiempo pasa, y nos vamos quedando menos.
Y a veces no sé si eso es mejor, o peor.
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