Ella volvió

Poco. Casi no vas al cine, pero seguís escuchando esas canciones que los discos vuelven a volcar, como la ventana entreabierta del living donde pasa algo de la luz. Si una canción enorme, que habías probado frente al mueble de madera entre la segunda casa y la tercera (una de tus padres, la otra ya separados) ahora revive, es porque esa caja que tenías del cuarteto folc se perdió para siempre. Es, ahora, otra canción, en el hall, afuera:

Nuestra casa: Yo prendo el fuego/Vos poné las flores en el florero/ese que compraste hoy/Mirando el fuego/horas y horas/mientras te escucho/tocar tu canción de amor/Toda la noche para mí/solo para mí/Vení ahora/Apoyá tu cabeza solo cinco minutos/Todo está bien/Un cuarto tan acogedor/Las ventanas iluminadas/Por el sol que pasa a través/Gemas ardientes para vos/solo para vos/Nuestra casa es una muy, muy linda casa/con dos gatos en el patio/La vida era tan dura/Ahora todo es fácil/por vos/Yo prendo el fuego/Vos poné las flores en el florero/ese que compraste hoy

Decathlon

Yo te prometí hacer deporte. Desde las costas bravas de la gentrificación, mientras leo sobre qué pasa en esos ex lofs donde vive el mismísimo hermano mayor que además de reformar todo un edificio corrió la maratón entera, intento la bici fija en villa crespo, vitalicio y con la humildad de los que prometen: solamente. Todo un año y medio se termina, la música empieza a
sonar más fuerte y hay una canción a la que le pongo toda la fe atea. Bastante haribo y té lapsang, pequeños embates contra los estados del ánimo ensalzado, niños y casamientos. Por ahora: emulé NES en el ipod touch y el logro no puede ser mayor. Los imperios se construyeron rápido y terminaron temprano, como el español en cuba, la empresa de los adelantados será entonces subirse al barco antes, pero para navegar por acá, y dedicarle el cruce a nado al gral. Chau frío.